Historia de Felipe Saint
Felipe Saint fue un misionero que fundó lo que hoy es la Iglesia Manantial de Vida, en Cerro Chico, Ciudad de Córdoba, Argentina.
Felipe Saint en su libro Aventuras de la Familia Saint escribe:
En 1954 recibí una invitación de la Misión Latinoamericana para ir como dibujante a la Argentina y Uruguay. Por el idioma me resultaba muy difícil entender una conversación o una predicación. Menos mal que solo me tocaba en las reuniones dibujar en un pizarrón y cantar himnos en inglés. Luego de varias semanas en Uruguay, tuvimos nuestras primeras reuniones en Argentina, en un salón grande de la Iglesia Evangélica de Villa Real, del pastor José Bongarrá. Mi talentosa intérprete fue la señorita Theda Kieger. Luego fuimos a Rosario y a Córdoba.
En este último lugar, Dios me habló, indicándome que sería el centro de mi ministerio el resto de mi vida. El llamamiento que sentí fue tan intenso que, en una de las reuniones en el salón de la Sociedad Española, mencioné que Dios me había llamado a vivir en Córdoba. El noventa por ciento de los evangelistas estaban ministrando al diez por ciento de la población en los Estados Unidos. El contraste era doloroso por la gran falta de predicación de la Palabra de Dios en otros países.
Al regresar a los Estados Unidos le conté a mi esposa Ruth mi llamamiento, y ella comenzó a orar y a prepararse para la mudanza. Pronto nuestra familia dejaría atrás las costumbres estadounidenses para adaptarse a las costumbres argentinas. Comenzamos yendo a Costa Rica con mi familia por un año a la Escuela de Idiomas.
En enero de 1956, en Costa Rica, nos llegaron las noticias de que mi hermano Natanael y otros cuatro jóvenes misioneros habían sido asesinados por los aucas en las selvas ecuatorianas. La muerte de ellos trajo como consecuencia que Dios abriera el camino para que Betty Elliot (la esposa del misionero Jim Elliot que habían matado), su pequeña hija Valeria y mi hermana Raquel entraran en la aldea auca (hoy “waorani”) en 1958. Ellos se dedicaron a servir a Dios precisamente entre quienes habían asesinado a los misioneros, y uno tras otro se convirtieron al Señor. En 1957 llegué con mi familia, mi esposa Ruth, y en aquel entonces, mis 5 hijos, Ruth Ellyn, Marta, David, Jaime y Pepe, a Córdoba, en el centro geográfico de la República Argentina. Luego en 1959 nació mi hija menor Evelyn. En 1960, falleció nuestra hija mayor Ruth Ellyn debido a una enfermedad crónica.
Un tiempo después recibí la invitación para dibujar en reuniones especiales a cargo del Dr. Osvaldo J. Smith, en el Luna Park, el gigantesco estadio de boxeo en Buenos Aires. Se reunían hasta treinta mil personas. Luego lo acompañé a Santiago de Chile y Lima, Perú, donde se había alquilado una antigua carpa de circo, equipada para acomodar a tres mil personas.
Regresé a mi querida Argentina, y con ya 45 años, seguía aprendiendo el idioma, leyendo la Biblia y Selecciones del Reader’s Digest en voz alta durante largas horas.
Luego comencé a predicar mientras dibujaba en mi pizarrón con tiza. Mi primera carpa prestada era pequeña, con más parches que personas. Más adelante compré finalmente una de circo con capacidad para dos mil personas.
La música agregaba mucho a las campañas evangelísticas. Por un tiempo tuve a Guillermo Fasic, un genio musical con el órgano electrónico, Donaldo Landaas, el mejor acordeonista que jamás había oído, todo esto sirvió para atraer a muchos a las reuniones de la carpa. Luego Salomón Mussiett, director de coro y organista, sirvió por dos años junto con Francisco Bilbao, ambos chilenos.
Entretanto, en 1958, al lado de la casa donde vivíamos en Córdoba, construimos un salón para congregarnos, en el barrio de Villa Centenario, donde tuvimos reuniones para adultos, jóvenes y niños, de la manera tradicional como yo había sido formado.
En 1967 comenzó en mi vida un despertar hacia lo referente al bautismo en el Espíritu Santo. Comenzaron a llegar a Córdoba noticias de un movimiento espiritual que se llamaba “carismático”. En Buenos Aires, y por todas partes del mundo, los creyentes renovados estaban creciendo, orando y evangelizando. Por causa de mi despertar espiritual, salimos en 1970 de la Iglesia de Villa Centenario (que yo había fundado y construido).
Mi tarea principal era viajar y predicar por todo el país, durante muchos años, con una gran carpa, luego en los templos de las iglesias. Mas tarde, en el verano de 1966, durante unos días de camping, descubrí un valle escondido en Traslasierra de Córdoba, (Sierras Grandes al oeste de la provincia) entre las ciudades de Mina Clavero y Villa Dolores, junto a un inmenso lago formado por un dique para la generación de energía eléctrica, llamado Dique La Viña, hoy Embalse Medina Allende.
Rodeado de montañas por tres lados, y el lago al frente, un gran espacio con grandes árboles, quietud, se encontraban 200 hectáreas. Luego de años de construir un camino de ingreso, traer la electricidad, abrir pozos de aguas y construir los primeros edificios, comenzó a funcionar Colonia “Valle del Lago”, el lugar elegido por Dios para el descanso del cristiano y el fortalecimiento de su fe.
En lo que se refiere a mi esposa Ruth y a mí, creo que los próximos años serán los más fructíferos de nuestras vidas en nuestro querido país adoptivo, Argentina. Ya tengo 76 años, pero me siento como si tuviera cuarenta. ¡Cristo es un buen amo! Y como le había prometido a mi querido padre Lawrence, quiero seguir predicando el glorioso evangelio de Cristo hasta el último momento de mi existencia terrenal. Quiero servir a mi amado Señor y Rey hasta el último suspiro. ¿Y usted?
Nota: Don Felipe continuó viajando y predicando por toda la Argentina hasta que falleció en un accidente de tractor el 12 de febrero de 1993, trabajando en su amada Colonia Valle del Lago, a los 80 años de edad. Desde 1957 cuando llegó con su familia, sirvió en Argentina como misionero, artista y evangelista, durante 36 años.